jueves, 20 de noviembre de 2008

HOY PUEDO HABLAR

Sentada en el foro de la Universidad, en un día soleado de Noviembre del 87, tras las campanadas del medio dia, Silvia me hablaba de sus sueños mas íntimos, de sus amores, de sus urgencias.

Nos habíamos citado para despedirnos, ya que me iría a vivir a Santiago y ya no nos veríamos con mucha frecuencia. Nos dimos dos hermosas horas para soñar, para decirnos las emociones que nunca el tiempo nos permitió, me dijo que deseaba para sus hijos la paz que a su pueblo nunca le habían concedido, deseaba terminar con la locura de la dictadura en la cual nunca habíamos solicitado participar, deseaba viajar por el mundo y sonreírle a la vida.

Me habló de su amor que había mantenido en secreto.

Sin sospechar siquiera que sería la última vez que hablaríamos, retruque cada uno de sus argumentos con un discurso lleno de razones ausentes de afectos y pragmatismos partidarios que hablaban irónicamente de un futuro esplendoroso para todos, incluyéndola a ella.

Demoré 21 años en volver al lugar. Pensé que nunca podría hacerlo. Muchos años de miedo a mi mismo, a mis recuerdos, a no perdonarme, todas razones que impidieron acercarme al Foro, a la Universidad, a Concepción.

Lo hice finalmente este 15 de Noviembre con todos ustedes, los amigos de entonces. Con la familia de Silvia, con su madre, con Segundo. Hablamos,nos abrazamos, nos reimos, lloramos, fumamos, plantamos un Canelo, escuchamos, nos olimos, sentimos y recordamos.

Hoy puedo hablar.

Cada una de los rostros, de las palabras, cada una de las imagenes que se evocaron ese día, volvieron a tiritar en mi memoria, temblorosas como el reflejo de la luna en las aguas de Lirquén.

Un reencuentro con todos mis amigos, los que estan y los que no estan, con los amores y con los sueños, pero en lo mas fundamental, un profundo reencuentro conmigo mismo.

Gracias Silvia, gracias.
(Desde Alemania Juan Carlos Lermanda)

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